Brea de Tajo es el municipio madrileño situado más al sureste de la comunidad. A 70 Km. de la capital lindando ya con la provincia de Guadalajara y una población de 563 habitantes, emerge entre hermosos campos sembrados de vides y olivos.
Aunque es difícil precisar su fundación, hay que remontarse a la época árabe para encontrar su nacimiento, fue aldea de Almoguera hasta que en el año 1501 el Maestre de la Orden de Calatrava le concede el título de villa después de la Reconquista. En 1538 Brea de Tajo fue vendida por el emperador Carlos I a D. Luis Hurtado de Mendoza, Marqués de Mondéjar.
Iniciando un recorrido en pleno casco urbano destaca el perfil radiante de la Iglesia parroquial de la Asunción. Edificio del siglo XVIII de estilo Neoclásico levantado sobre una antigua Iglesia del siglo XVI, llamada Santa María la Mayor, de la que se conservan su torre, la pila bautismal y parte del muro exterior norte. La planta de la iglesia es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón, a la que se añaden capillas laterales con acceso a través de arco de medio punto. En su interior encontramos frescos del artista murciano Ginés Aguirre, dos cuadros pintados sobre cobre de Morales, un San Juanillo atribuido al famoso escultor renacentista Berruguete y el frontal del órgano que destaca por ser el más antiguo de la Comunidad de Madrid. Su custodia posee un gran valor artístico, de características similares a de Toledo, pertenece a la Escuela de Arce del siglo XVII y se compone de tres cuerpos de plata repujada y dorada, y malaquitas con incrustaciones de plata. El acceso a este templo se hace a través de entradas a los pies y en el lateral derecho, cubiertas por porches que han sufrido diversas alteraciones, cambiando así su factura original. A los pies en el lado izquierdo, se alza la imponente torre de estilo gótico-renacentista de planta cuadrangular en la que destaca un ventanal en el muro oeste, de decoración plateresca. Esta iglesia fue declarada bien de interés cultural en la categoría de monumento en el año 1997.
Entre sus edificios religiosos destacan también, la Ermita de San Roque y la de San Isidro, ambas del siglo XIX, la primera levantada en honor a uno de los patronos del municipio, y la segunda, a escasos metros del pueblo, donde cada 15 de mayo se rinde culto a San Isidro. La tradición agrícola y ganadera de este municipio se encuentra presente además, en una arquitectura popular de casas de clara tipología rural, compuestas por zona de vivienda y estancias destinadas a las labores labriegas.
Paseando entre sus calles nos topamos con la Portada adintelada dedicada a San Miguel, y un importante escudo en la fachada, con un estilo camino entre el barroco y el churrigueresco, y ya en la calle Costanilla, una Casa Cueva con un interesante escudo de la Inquisición en la fachada.
En la Plaza de la Solana se sitúa el Museo Oleico y de costumbres “La Almazara”. Una antigua almazara, la única existente de los varios molinos de aceite que existieron en esta localidad. Estuvo en plena producción hasta 1967, aunque sus comienzos no están muy definidos en el tiempo, se tiene indicios de que ya funcionaba en el siglo XIX. La almazara, era el lugar de encuentro de la gente de la villa en los primeros meses del año, cuando después de un largo día de recogida de oliva, se llevaba allí la materia prima para venderla o cambiarla por producto ya fabricado. El aceite era para la mayoría de los habitantes de la villa, el único patrimonio que poseían, y en cierto modo, su vida giraba en torno a él y al cultivo de su fruto. El alma del edificio sigue siendo la sala del molino donde se pueden contemplar las muelas de moler, batidora, prensa, caldera, motores y los tinillos para la decantación del aceite. Con todo ello, se puede seguir el proceso completo de la producción del aceite, desde que la oliva entra en la almazara hasta que éste es apto para el consumo. En sus dependencias, se exponen de manera permanente, un amplio número de objetos de sus antepasados.
Pero además, este pequeño municipio atravesado por el antiguo trazado trashumante de la Cañada Real Soriana Oriental, nos brinda un magnífico paisaje sembrado de olivares, viñedos y estepas cerealistas. Un municipio que nos atrapa y nos invita a vagar por sus alrededores en contacto con la naturaleza donde observar junto a la campiña, especies arbóreas como la encina y el famoso zumaque, arbusto de gran belleza y fruto de intenso color rojizo en otoño que durante siglos jugó un papel relevante en la economía de la zona al ser usado para curtir y teñir pieles, así como especies de fauna, entre la que destacan mamíferos, aves rapaces, y reptiles. Las populares construcciones de piedra conocidas como Chozos, usadas antiguamente por los pastores para recoger sus aperos y protegerse de las inclemencias del tiempo, como la Cabaña del Quiñonero, son parte integrante del espléndido entorno natural del municipio.