Villar del Olmo situada al norte de la comarca cerca ya de tierras alcarreñas se localiza a unos 46 km. de Madrid. Con una población de 2.115 habitantes, este municipio de la Comarca de las Vegas se ubica en un valle entre parajes de gran colorido y belleza.
Los indicios de presencia humana en la zona se remontan incluso hasta la Edad del Bronce Antiguo y Medio. Gracias a las prospecciones realizadas en los años noventa se atestigua la existencia de algunos asentamientos y pequeños poblados que se remontan a 2.000 y 1.200 años de antigüedad ubicados a media ladera en el pretil de la pamera o bien próximos a fuentes de agua. Pero su origen se sitúa con más exactitud en época medieval durante la repoblación que siguió a la Reconquista perteneciendo en un principio a tierras segovianas. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII se relacionó a la villa de Alcalá de Henares y al Arzobispado de Toledo, hasta que en el siglo XIX pasó a formar parte de la provincia de Madrid.
Se trata de un pequeño y acogedor pueblo de casas blancas en el que sus pintorescas calles nos recuerdan la luminosidad de los pueblos andaluces. Entre su patrimonio destaca la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Antigua. Se cree que sus orígenes se remontan a los siglos XI y XII, de estilo románico, aunque las sucesivas transformaciones sufridas con el paso de los siglos, han variado su fisonomía original, por lo que su trazado actual, nave de cruz latina y espadaña a los pies, proceden del siglo XVI. En su interior conserva un valioso retablo barroco de madera dorada en el Altar Mayor que consta de un cuerpo principal y un ático rematado en semicírculo. Por sus características se podría encuadrar dentro de la Escuela Madrileña que tuvo su esplendor en el siglo XVII, aunque por sus elementos decorativos podría haber sido terminado en una época tardía del Barroco. La parte central está coronada por un frontón curvo en la que destaca la talla de madera de pino de balsaín de un Cristo. En el lateral izquierdo dentro de una hornacina, se encuentra una imagen de vestir barroca del siglo XVII de la patrona de Villar del Olmo, Nuestra Señora de La Soledad. La Iglesia junto con el ayuntamiento se ubica en la Plaza Mayor, una singular plaza que nos deslumbra con su blancura y con el verde de sus plantas.
Paseando por este singular municipio podemos apreciar otros ejemplos que se integran en su patrimonio artístico como es la Fuente de San Isidro, conjunto compuesto por fuente, abrevadero y un lavadero cubierto, construido en 1902. Fue una construcción de gran importancia para la vida en el pueblo, puesto que era el único punto de abastecimiento de agua hasta la llegada del agua corriente a todas las viviendas de la localidad. Consta de tres cuerpos, dos interiores y otro exterior, en el que se encuentra la fuente. Ésta tiene dos caños metálicos que vierten el agua directamente al cuerpo exterior del lavadero, y desde éste pasa a los cuerpos interiores. El material empleado en los cuerpos del lavadero y en la fuente es la piedra. Alrededor del cuerpo exterior y de la fuente se puede encontrar un muro perimetral de mampostería. Junto a ésta se alza el Chopo de la Fuente de San Isidro, uno de los árboles singulares existentes en la comarca.
Pero ésta no es la única fuente que se puede encontrar en el municipio, en las vía pecuarias que lo atraviesan, la Fuente del Quemado y la Fuente del Escurrizo son un ejemplo de la activad agropecuaria del municipio, así como el Chozo de los Castaños, del año 1887, uno de lo mejor conservados de la zona. Se sitúa en la paramera, entre los caminos de Orusco y Carabaña. Esta singular edificación es de planta circular y está construida en su totalidad con piedras calizas que rematan el techo en forma de cúpula. Cercanos al chozo se localizan restos de corrales destinados a guardar el ganado. Durante la Edad Media se levantaron diversos hornos, denominados “Caleras”, en los que la piedra era fundida para obtener de ella la cal. Uno de los que se conservan en mejores condiciones se sitúa en las proximidades del Chozo de los Castaños. Su estructura excavada por debajo del nivel del suelo, es circular y con una boca de acceso.
En plena ruta de la trashumancia este municipio nos ofrece un atrayente paseo por su entorno, las vías pecuarias que lo cruzan y su ubicación en un valle, hacen imprescindible una cita con la naturaleza. La Peña Rondán al borde del páramo en forma de escarpe que cuenta con cuevas tradicionalmente usadas por pastores, y como lugar de nidificación de algunas aves, presenta unas vistas panorámicas magníficas del pueblo y su entorno, y la senda del tren de los cuarenta días nos acerca por la ladera del valle al parque forestal de pinos y nos permite disfrutar entre encinas y quejigos de una espléndida vista del valle.
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